Cuando hablamos de agua, la idealizamos como un líquido limpio, puro y esencial para nuestra vida.
Pero…Que este vital elemento escaso y no renovable, pasara a ser codiciado, por haberse transformado en un referente de sofisticación, seria increíble.
Sin embargo hoy se ha convertido en realidad.
La oferta de aguas purificadas, filtradas, mineralizadas y otras, ha crecido notablemente, al surgir una demanda, intensa acompañada por una creciente cultura del paladar.
Hoy, existen consumidores que no se conforman con lo básico y buscan descubrir un mundo de nuevas sensaciones, disfrutando de la esencia misma del producto, su origen, sus componentes más ocultos, su proceso de gestación.
Parece ridículo hablar del sabor del agua, ya que se supone que es insípida o insabora e inodora, pero el target consumidor no piensa eso, por el contrario consideran que todo degustador de buen vino, cometería un sacrilegio si no acompaña su bebida predilecta con un agua que se encuentre a la altura de su refinada exigencia.
Estos amantes de la buena vida interpretan como un pecado acompañar su más logrado plato gourmet con un producto masivo y descalificante.
Debido a ello, los envases de agua, han cambiado su estética refinándola y mejorando su aspecto, a fin de transmitir exclusividad, tradición, experiencia, y llegar a dicho publico desde una mirada que trasciende el mero acto de beber y entablar entre ambos, un diálogo que involucre sabiduría, descubrimiento y renovación en la compra, a través de un producto con mayor cuidado en todos sus detalles.
En su diseño, intervienen aspectos emocionales mediante la reformulación del producto básico a través del diseño, en objeto de seducción y status.
En general deben transmitir a través del packaging una relación directa con los vinos de alta gama o Premium, mediante códigos gráficos de elegancia, sofisticación, fascinación y distinguiendo su origen regional.
Este espacio, ocupado por marcas europeas como Perrier o San Peregrino, argentinas como Lauquen Reserve o South Virgo y mejicanas (Mexico es el 2° consumidor mundial de agua Premium) y otras, son ejemplos de cómo una buena estrategia de marketing y un notable desarrollo del packaging permite crear un mercado con muchísimo éxito.
Al igual que el vino, el agua hoy cuenta su historia y la de quién la bebe.
El agua Premium, ha modificado su estética refinándose y mejorado su aspecto transmitiendo exclusividad, tradición, experiencia, trascendiendo el mero acto de beber y entablando un diálogo que involucre sabiduría, descubrimiento y renovación en la compra de un producto con mayor cuidado en sus detalles.
Esto le permitirá unirse a las bebidas alcohólicas para compartir un mismo escenario, sea en las mesas más exclusivas, en las góndolas selectas o en el mundo de los sabores y paladares top.
Transmitiendo valores aspiracionales que reflejan frente a los demás la pertenencia a un mundo elitista ("Busco lo más caro, lo más exclusivo porque eso me pone un escalón por arriba de la media general y este producto me hace especial", "Agua? Por supuesto... pero la mejor").
CONCLUSIONES:
El vidrio y sus nuevas tecnologías junto a un adecuado diseño grafico, potencian la imagen de prestigio, convirtiendo al envase en un magníficos símbolos de emprendimiento e innovación.
La creatividad, conjuga exitosamente que los envases de agua Premium sean referentes de máxima calidad y brindan un excelente ejemplo de como a partir de la detección de las necesidades de los consumidores, se da origen a productos de altísima calidad que transforman lo elemental y básico en soberbio.